Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1891-1892 (Cortes de 1891 a 1892)
Sesión: 18 de enero de 1892
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 113, 3291
Tema: Continúa la interpelación sobre la crisis ministerial

El Sr. SAGASTA Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. SAGASTA Yo no sé qué hacer ni qué decir para que vea el Sr. Presidente del Consejo de Ministros que no he tratado de sembrar cizaña en el partido conservador; porque al criticar la formación del actual Ministerio, y al notar ciertas faltas en la manera de constituirle, lo he hecho para explicar las faltas en la manera de constituirle, lo he hecho para explicar por qué combatía yo ese Ministerio, el cual se ha constituido en los términos más a propósito para crear disidencias; pues declaro que muchos de los Sres. Diputados de la mayoría han demostrado la paciencia de Job para haber visto y presenciado en silencio la formación del Ministerio; pero en lugar de aconsejarles que por eso se muestren disgustados, lo que les aconsejo es que no se incomoden y que sigan dentro del partido conservador, a no ser que quieran hacer la evolución no por esa sino por otras razones, e ingresar en el partido liberal, donde serían perfectamente recibidos.

Insto en que es responsabilidad del Ministerio el que los presupuestos no estén ya sobre la mesa, sin que sirva de disculpa el hecho de haber ocurrido la crisis ministerial, porque esta crisis pudo haberse resuelto cunado se inició en el verano, y hubiera quedado tiempo sobrado para preparar los presupuestos; pero ya que entonces no se resolvió la crisis, no debía haberse resuelto en la víspera de volver a abrirse las Cortes, sabiendo que lo primero que había que hacer al reanudarse las sesiones era presentar el presupuesto, que ya debía tener estudiado y concluido el Ministerio de Hacienda Sr. Cos-Gayón.

Puesto que la crisis había de retardar la presentación del presupuesto, ha debido aplazarse aquélla, ya que para aplazarla no había ninguna dificultad. Esto es evidente; porque la crisis no se ha hecho más que para dar entrada al Sr. Romero Robledo, y el Sr. Romero Robledo es bastante patriota para haber esperado tranquilamente a que el presupuesto se hubiese presentado.

¿Qué le importaba al Sr. Romero Robledo haber entrado ahora en el Ministerio o haberlo hecho en el mes siguiente? (El Sr. Ministro de Ultramar: O nunca.) Lo creo, Sr. Romero Robledo, o nunca. No le hubiera importado, seguramente, al Sr. Romero Robledo haber entrado quince días más tarde a formar parte del Ministerio, dejando con esto el tiempo bastante para que hubiéramos podido tener ya sobre la Mesa los presupuestos, y contar, por consiguiente, con materia de discusión. Porque, ¿qué resultado práctico va a sacar el país de nuestras discusiones, hasta tanto que no discutamos los presupuestos? Ahora discutiremos la operación del empréstito, que no hay necesidad de demostrar que ha sido mala, porque eso está en la conciencia de todos. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: En la nuestra, no.) Discutiremos igualmente las consecuencias que ha traído la ley prorrogando el privilegio del Banco y autorizándole para aumentar la circulación fiduciaria, y tampoco tenemos necesidad de demostrar que esas consecuencias han sido funestas para el país, porque eso es de una evidencia notoria; ahora, en fin, vamos a discutir otras muchas operaciones económicas que vosotros habéis realizado, y cuya demostración de que han sido malas no es necesario hacer, porque bien claramente lo dicen la opinión pública y las dificultades que nos rodean en estos instantes. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Yo demostraré que han sido buenas. - El Sr. Ministro de Gracia y Justicia: Eso de que han sido malas lo dice únicamente S. S.) No, lo dice la opinión pública; y bien sabe S. S. que es cierto, pues buenos malos ratos le está costando eso a S.S. (Risas.)

Claro está que yo no profeso la opinión de que esas discusiones han de ser estériles, ni estas ni las que vengan después lo serán, pero con ellas no alcanzará este pobre país ningún resultado práctico. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Entonces deben cerrarse las Cortes.) La única discusión que puede producir algún resultado práctico, es la de los presupuestos, a fin de que las oposiciones y la mayoría aprueben todos aquellos actos, todas aquellas medidas que en su leal saber y entender juzguen que van dirigidas al bien del país, y para modificar, para cambiar y para destruir todas aquellas otras que a eso se opongan. Eso sí que es práctico. ¡Por Dios, Sr. Presidente del Consejo de Ministros, saque S. S. a ese Ministerio de la apatía en que está! No herede ese Gobierno la pereza del anterior, y traiga pronto aquí los presupuestos, para de ese modo satisfacer las aspiraciones justas y legítimas de la opinión pública.



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